La pena del que se queda
Y el que se para sueña
Muchos de mis mejores amigos se han ido para no volver en años. Algunos todavía no lo saben, pero probablemente no vuelvan nunca. Vendrán de visita y se marcharán de nuevo. Han dejado tras de sí una ciudad llena de lugares comunes y a un amigo esperando un encuentro casual que no se producirá.
Hablaba con uno de ellos sobre la pena que me produce la situación, y él me intentaba consolar diciéndome que yo siempre andaba de arriba para abajo. La diferencia es que yo vuelvo, le contesté. Me callé en lugar de seguir y contarle que los lugares comunes van desapareciendo, salvo en la memoria de los que están lejos. Los que nos quedamos estamos obligados a darle un nuevo significado a las calles, plazas y bares porque la memoria pesa demasiado.
Le dije a Ana que el olvido era un acto de supervivencia, «pero yo paso todos los días por tu puerta y me acuerdo de ti», y ahí estaba mi pena, que es la pena del que se queda.
— — —
El que camina / se enturbia.
El agua corriente / no ve las estrellas
El que camina / se olvida.
Y el que se para / sueña
«Corriente» — Federico García Lorca
— — —