Hoy es el cumpleaños de Raquel

También de nuestra amistad

Ignacio Álvarez
3 min readJan 18, 2021

Raquel y yo nos conocimos el dos de octubre de dos mil diecisiete. Ella llegó tarde a la primera clase del máster, algo acalorada, porque calculó mal los tiempos. Al principio pensaba que era una estúpida –supongo que así empiezan las grandes amistades– porque nos fuimos todos a tomar café y ella ni nos miraba ni nos hablaba. Como un lagarto y escondida tras sus gafas de sol se dejó llevar por el sol de media tarde, pura fachada.

Tardamos poco en trabar amistad y mucho tiempo en comprender qué paso en ese año que pasamos juntos en Granada. Los primeros meses fueron bastante ordinarios, pero todo cambió, más o menos, a partir del día de su cumpleaños. De eso hace hoy tres años, así que la celebración es doble.

Hablamos la semana pasada por videollamada. Como nunca desaprovecho la ocasión de recordarle que es mayor que yo, le dejé caer de pasada que esa tarde de dos mil dieciocho celebramos que cumplía los años que tengo yo ahora. No sé qué insultó utilizó para responderme, aunque eso sea lo de menos. En su vida de pequeñoburguesa (pija-progre) del Eixample la pillé tras una sesión de fitness en streaming y antes de cenar con su compañera de piso, una francesa especializada en literatura de la Edad Media. Además, como si no tuviera suficiente con hacer snowboard, ahora aprende a hacer skate y se va con frecuencia a la montaña (quiero pensar que en una furgoneta camperizada).

Yo estoy haciendo lo habitual desde ese año, que es aprovechar la felicitación de su cumpleaños para meterme con ella y su modo de vida actual y recordarle alguna que otra cosa de cuando vivíamos a cinco minutos. Así espero poder recopilar un día todas las felicitaciones y poder reconstruir esos meses y, de paso, la historia de su vida.

La foto es de la noche que pasamos en el aeropuerto de Bruselas para ahorrarnos una noche de hostal; la habitación de hotel que nos pagaron el día anterior no pudimos disfrutarla porque pensamos que era más interesante descubrir en nuestras propias carnes a qué hora cerraba el Delirium. La careta nos la dio un grupo de catalanes cerca de la catedral. Estaban celebrando una despedida de soltero y creo que nos la regalaron a cambio de una foto. Nosotros decidimos hacer de Puigdemont un compañero más de viaje, así que, para sorpresa de los viajeros que empezaban a llegar a las seis de la mañana, lo acomodamos para que descansara como uno más del grupo. Anécdotas tenemos muchas, pero casi ninguna que se pueda contar.

Ese año ella se quedó sin novio y yo sin novia. Cuando algún compañero nos veía juntos en el Mercadona yo le advertía: “Raquel, empiezan los rumores, estamos juntos”. Después la inquietud se extendió a las familias, que empezaron a darlo por hecho. Como quiero generar expectación, no quiero confirmarlo ni desmentirlo. Sólo diré que nuestra despedida ha sido para mí la ruptura más dolorosa y la más difícil de superar. Creo que por ese motivo ya hemos optado por no decirnos adiós. Cuando vino de visita a Málaga el año pasado comimos con sus padres. Después nos fuimos juntos a tomar algo y cuando ya llegaba la hora de cenar me dijo que se cambiaba y volvía, pero no lo hizo.

Hay una parte de nosotros que sigue en el bar Los Arcos. La rubia y el moreno siguen en la mesa del fondo discutiendo, riendo y brindando, ahora porque cumples un año más. Nos vemos en tu boda, de la que me iré sin decir adiós.

Feliz cumpleaños, Raquel.

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Nosotros los solitarios. En Twitter soy @ialvarez95

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