Del cine y del amor

Frustrado, por supuesto

Ignacio Álvarez
4 min readJun 29, 2020

El viernes por la noche en una de las quedadas que, por suerte, ya empiezan de nuevo a ser habituales estuvimos hablando de cine. Es un tema del que no sé nada porque me falta bagaje, me interesan muy poco los aspectos técnicos y nunca jamás me aprendo el nombre de los actores o directores para disfrute de mis amigos. Yo insistí en que tenían que ver “La Gran Belleza” (del elemento del grupo que la llama “La Gran Pereza” mejor ni hablo). No quise explicar la trama porque es larga y compleja, pero también porque me parecía innecesario. Simplemente dije algo así como:

“¿No os lamentáis hoy de haber perdido una oportunidad hace tiempo? Algo que hubiera cambiado con unas palabras o un gesto, pero que ya no tiene marcha atrás.”

Jep Gambardella se enamoró con veintipocos, la publicación de un libro lo lanzó a la fama y desde entonces no volvió a escribir (vaya, otro Bartleby). Era un infeliz rodeado de lujos por un amor no correspondido que era incapaz de olvidar cuarenta años después. Ella se casó y nunca más la volvió a ver. Sin embargo, un día recibió la visita de su marido para anunciarle que había muerto. Destrozado, acude a su casa donde el viudo le confiesa entre lágrimas que ella no había dejado de quererlo. A partir de ese momento el personaje, y con él la película, cambia de manera radical. Esto es, más o menos, todo lo que pude contar de la película. Toda una vida desperdiciada, pensé. Y ahí, en parte, la amargura de la vida, ya sea con un amor, la amistad o cualquier relación. Un sólo gesto, una conversación o un reencuentro lo habría cambiado todo. Por desgracia, arrastraron su amargura cuarenta años. Ella en un matrimonio complaciente, aunque sin pasión, y él en una vida de desenfreno y superficialidad que lo va consumiendo hasta apagarlo.

La casualidad me llevó ayer de vuelta al Albéniz para ver “Cinema Paradiso” (Filmin). Sabía poco de la película más allá de que era un clásico y un homenaje al cine. Me pareció una maravilla en todos los sentidos, pero, más allá de eso, no pude evitar relacionarla con mi monólogo de viernes noche sobre “La Gran Belleza”. En un momento, cuando Totó, el protagonista, se lamenta de que no sabe nada de Elena, la mujer de la que se había enamorado y que se había marchado del pueblo para no volver, Alfredo le contesta:

“Supongo que tenía que ser así. Cada uno de nosotros debe seguir su estrella. Vete. Esta tierra está maldita. Mientras permaneces en ella te sientes en el centro del mundo. Te parece que nunca cambia nada. Luego te vas, un año, dos y cuando vuelves todo ha cambiado. Se rompe el hilo. No encuentras a quien querías encontrar y tus cosas ya no están. Te tienes que ausentar mucho tiempo, muchísimos años para encontrarte a la vuelta a tu gente, la tierra donde naciste. Pero ahora no es posible. […] La vida no es como la has visto en el cine. La vida es más difícil. ¡Márchate!”

Le propuso una huida hacia delante para no quedarse anclado en la trampa de la nostalgia con la esperanza de que eso le ayudara y así lo hizo. No volvió al pueblo hasta treinta años después. Mientras tanto llevó una vida de éxito en Roma que despertaba la admiración de todo el pueblo. A pesar de eso, cuando al fin vuelve, se descubre que Elena nunca se había ido de su cabeza, por mucho que en todo ese tiempo no hubiese sabido nada de ella. Es lo mismo, pensé, esta película me está contando lo mismo. De la trampa de la nostalgia no se sale nunca, por muy lejos que te vayas o por muchos adornos que le pongas a la vida.

El amor frustrado es el más puro de todos, porque no se desgasta. La idealización y la perfección sólo es posible porque lo que pudo ser nunca fue y nunca será. De vuelta a casa me reí al recordar el fragmento de la autobiografía de Woody Allen en la que dice: “Luego, unos pocos días después, bum, verde por todas partes, la primavera ha llegado a Manhattan, y en Central Park ves cómo se abren y despliegan los capullos y pétalos y el aire huele a nostalgia y sientes deseos de matarte. ¿Por qué? Porque es tan hermoso que no se puede soportar; la glándula pineal segrega un Zumo de la Melancolía Indescriptible y no sabes dónde meter todos esos sentimientos que corren en estampida en tu interior, y Dios no permita que en ese momento tu vida amorosa no esté yendo muy bien. Trae el revólver”. Menos mal que no es primavera, me dije.

Os recomiendo que las veáis, si no lo habéis hecho ya. Escribidme después y contadme qué habéis visto vosotros.

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Nosotros los solitarios. En Twitter soy @ialvarez95

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